Taller de Lectura Infantil

Para niños de 8 a 12 años, quienes a través del juego, descubren la magia que guardan los libros y se convierten en protagonistas de su propia imaginación.







Había una vez una Niña que Aprendió a Leer...


Hace muchos años, en un lejano país, existía una niña inquieta, soñadora y muy feliz quien tuvo la gran fortuna de ser hija de un maravilloso hombre, quien además de ser un gran padre, era un gran lector... La relación entre el padre y la niña fué desarrollándose a través de la lectura. Todas las noches papá se sentaba en la orilla de la cama con un libro en las manos y decía: -a ver, a ver... ¿qué vamos a leer hoy?-

La pequeña habitación de la niña estaba colmada de libros, muñecas y disfraces, en ese universo ella se sentía segura y confiada, podía dar rienda suelta a su imaginación. De día, jugaba a ser princesa, bailarina o maestra; de noche antes, de dormir, elegía un cuento esperando que papá cruzara el umbral de la puerta y así entrar juntos en una nueva y mágica aventura.

Pasaron los años y la niña empezó a leer por sí misma, papá ahora supervisaba sus lecturas. Ella leía y al otro día, rumbo a la escuela, le comentaba emocionada a lo que había leído la noche anterior. Qué felices eran sus cumpleaños! Pues además de tortas y montones de regalos, esperaba ansiosa el pequeño paquetito, que sabía, le iba a obsequiar papá: Un Libro! Ella, prácticamente "devoraba" todos los libros que caían en sus manos, era su vínculo con papá, quería ser sabia a los ojos de ese hombre sabio.

Y creció y se hizo mayor...

Y crecí y me hice mayor, coqueteé con el teatro y la actuación mientras seguía leyendo, mis mejores notas eran justamente en Lengua y Literatura por lo que al elegir una carrera dudé mucho si estudiar Letras o Teatro. Finalmente elegí Comunicación; durante algunos años ejercí con alegría mi profesión, aprendí mucho y pude ganar prestigio en mi labor. Por las noches cuando llegaba a casa, me sacaba los zapatos, y repasaba la gran variedad de libros que había acumulado con los años, muchos de ellos heredados de mi padre, otros muchísimos comprados por mí, algunos habían sido regalos de cumpleaños o navidad. Mis hermanos y amigos sabían muy bien de mi "secreta" pasión y contribuyeron a aumentar mi colección.

Cuando me iba a la cama, me acompañaban mis sueños y mis libros. Antes de abrirlos, sin importar si eran viejos o nuevos, los colocaba entre mis manos y pretendía adivinar su contenido; con respeto, el respeto que se brinda al eterno amigo, abría la tapa, sentía su aroma y me dejaba llevar entre sus páginas, muchas veces hasta muy entrada la mañana. Varios días de semana, llamaba a mi padre o iba a visitarlo a casa y mientras disfrutábamos los deliciosos platillos que había elaborado mamá, nos perdíamos en historias, opiniones o recomendaciones literarias.

Para no alargar más esta historia, contaré que un buen día me hice maestra ¡¡de Literatura por supuesto!! Enorme placer y alegría el poder compartir con jóvenes universitarios mis conocimientos y despertar en ellos el "gusanito" por la lectura. Muchos de ellos hoy son grandes lectores; algunos, escritores... Aún seguimos en contacto, fueron momentos fantásticos y los disfrutaba enormemente. Sin embargo, "algo" me llamaba a mover los pies muy lejos de mi tierra, hice mis valijas y decidí recorrer el mundo, visité los lugares en los que se desarrollaban las historias que tantas noches me dejaron sin dormir. Ahora, era yo la protagonista de mi propia historia, de mi propia vida, mi alma daba vuelcos de alegría. Mi mente no dejaban de maravillarse ante lo que mis ojos anunciaban, juntos frente a mí: Mis Sueños y mis Libros.

Llegó el momento de continuar mis estudios (desde siempre me gustó estudiar) y como los libros seguían siendo el motor de mis alas, decidí posgraduarme en Crítica Literaria. Para pagar mi estadía en el viejo continente trabajé -entre otras cosas- como maestra y niñera, ésto último me llevó a volcarme en los niños, un terreno hasta entonces desconocido para mí... Esos ojitos, esas sonrisas, esa inocencia! Por las noches justo antes de hacerlos dormir, me sentaba en la orilla de su cama, ellos miraban emocionados y yo decía: -A ver, a ver... ¿qué vamos a leer hoy?

El destino me tenía reservado un nuevo lugar, un lugar de letras, tango, rock y un amor... Así llegué a la Argentina, hace ya dos años de eso. Encontré trabajo en un negocio para chicos y con el correr del tiempo pude ir abriéndome camino en la docencia. Hoy imparto clases en un instituto privado, y tengo la enorme alegría de tener un taller en donde todos los martes y viernes llegan mis niños (¡mis queridos niños!) dispuestos a descubrir un horizonte nuevo a través de la lectura...

Yo los recibo con una gran sonrisa, ellos me responden igual. Hacemos espacio, acondicionamos el lugar, comentamos las aventuras cotidianas, miramos las estanterías repletas de libros; ellos se dejan llevar por la magia y los colores, eligen con libertad el cuento o novela que prefieran, me siento junto a ellos, percibo su emoción, y es entonces cuando digo: -A ver, a ver... ¿qué vamos a leer hoy?-


Lucero*

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me emocionó tu historia Lu0. Me hiciste acordar de algunas cosas que creía olvidadas. Gracias. Sonia.

Anónimo dijo...

Gracias Sonia, ya ves, tenemos mucho en común.

Gracias por tu invaluable apoyo.