
Me preocupan profundamente las palabras "hacer lectores" o "crear lectores" como si de hacer empanadas se tratara, eligiendo los ingredientes: libros, autores, textos, imágenes... La velocidad a la que nos somete la vida de hoy, también pretende imponerse en la lectura, y se pasa por alto que, al igual que la educación, es un proceso que requiere tiempo, aquí no hay prisa que valga. No hacemos lectores de un día para el otro, a lo sumo -con muchísima voluntad, paciencia y buena suerte- formaremos seres humanos que transitarán pedazos de su vida con algún libro bajo el brazo.
Yo soy una de las primeras en saltar para defender la buena literatura y una de las tantas voces que se alzan en contra de los "ladrones de ilusiones" que plagan las librerías infantiles, juveniles y adultas. No soy pedagoga, sin embargo a lo largo de mi carrera docente (niños, jóvenes y adultos) he aprendido que los libros "te llegan" o no. También soy una ferviente lectora, una pasión que me llegó de niña, a la misma edad que tienen los chicos del taller; toda esa experiencia me lleva hoy a escribir estas "Inquietudes" que no son otra cosa que un grito desesperado por decir:
¡Demos tiempo a la lectura!
mucho que reímos juntos, están llenos -los pobres- de dibujos y frases graciosas, anotaciones y palabras subrayadas. Dejemos a los niños JUGAR, es su derecho, muchos años vendrán de quebraderos de cabeza y lecturas obligadas. Tengamos siempre los libros a la mano, si queremos niños lectores, bajemos a los libros de su sagrado estante y pongámoslos en el piso junto a la pelota , al mismo nivel que nuestros pequeños; permitamos que tengan la oportunidad de aburrirse ¿por qué no? Un poquito de aburrimiento viene bien porque en esos momentos "de nada" los niños descubren que son capaces de crear.
Motivemos sin imponer. El ejemplo también vendría bien, así
como el pequeño se convierte en hincha de Boca o River porque su padre o abuelo lo son, existe la posibilidad que viendo leer a mamá o papá, se despierte en ellos el bichito de la curiosidad. Dediquemos tiempo para leerles en la noche, 50 veces el mismo cuento si es necesario; detengamos la marcha un poco para dedicar 10 minutos de lectura antes de dormir. No sólo alimentaremos su vena literaria, también compartiremos momentos que un día serán recuerdos. Si no quieren asistir al taller, por favor ¡no los obliguen! Mejor veamos qué les esta pasando, quizá no tengamos un flamante lector, pero si, tal vez, un genial músico, abogado, médico o pintor!
Los niños, ayer y hoy son sólo niños, por más sobre-estimulados que esten, con y a pesar del internet y los mensajes de texto, con y a pesar de las consolas de video y el inglés. Si, si ¡confíen! ya llegarán a leer esos grandes libros; a veces, para lograr resultados tenemos que volver a lo de antes, como cuando nosotros éramos niños; así, a la antigüita, despacio, poco a poquito... después de todo, los libros siguen siendo libros
Lucero*
1 comentario:
Hola, me encantò todo lo que aparece en tus artìculos. Sabes, yo tambièn soy mexicana y me encantarìa poder tenerte en nuestro paìs para poder llevar a mi hijo Mateo a tomar el curso que impartes. Lamentablemente estas lejos, pero espero algùn dìa conocerte.
Un abrazo
Cecilia
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